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  • Foto del escritorGabriel A. Rancel

La autopublicación debe ser nombrada


He visto una encuesta que preguntaba ¿Por qué no escogerías un libro autopublicado? Ya de por sí, la pregunta muestra qué pretensión tiene la persona al realizarla y queda en evidencia el prejuicio que plantea sobre la autopublicación.


Sabiendo esto, no me sorprendieron las respuestas que seleccionó para que la gente eligiera la más cercana a su pensamiento. Ni siquiera hubo debate en comentarios, con lo cual, el público de la encuesta estaba posicionado bajo la misma premisa que la persona autora.

Las opciones eran "No me fío", seguida de "Ni me molesto" y finalizada por "Miedo a perder mi dinero". Me he sentido muy triste. No por la votación en sí (que hay muchas similares por las redes), sino por la falta de comentarios contradiciendo esas únicas tres respuestas. Como ya he dicho, la persona que realizó la encuesta ni siquiera se molestó en ofrecer una opción positiva que contrarrestara su propia campaña personal. Con lo que presupongo que se trataba de una maniobra anti-autopublicación. ¿Pensabas que esto ya estaba superado? Yo también. Sobre todo porque hay plataformas online de autopublicación que tienen más lecturas que muchos libros tradicionales.


No sé qué opinarán otras personas escribientes al respecto, pero creo necesaria la campaña positiva de la autopublicación más que nunca. He leído libros autopublicados que son mejores que algunos best sellers, sencillamente no han tenido los contactos o la suerte de poder expandir su obra por todas las librerías, ruedas de prensa o festivales literarios, pero eso no convierte a nadie en peor profesional ni denigra la calidad de la obra.

A día de hoy, un buen trabajo no sólo se encuentra contratado por una editorial. Muchas personas creadoras apostamos por decidir nosotras mismas lo que queremos mostrar, cómo lo queremos hacer y bajo qué condiciones. Eso no genera algo de mala calidad de producto si está trabajado con mimo, más bien demuestra el compromiso, el esfuerzo y la dedicación que estamos dispuestas a poner en aquello en lo que creemos.


¿Quiero decir con esto que la autopublicación es mejor? Por supuesto que no. Ninguna de las dos opciones es mejor o peor que la otra, simplemente ofrecen distintas ventajas e inconvenientes para quienes escribimos. Por ejemplo, la autopublicación da libertad y control absoluto sobre la obra. Sin embargo, la publicación tradicional te ofrece llegar a más sitios, sobre todo si no tienes medios económicos.


Con respecto a la publicidad sobre la obra, si puedes permitirte un buen márketing, no se observan grandes diferencias con respecto a la publicación bajo sello editorial. Muchas personas, a pesar de la publicación tradicional (que se supone que se ocupan de casi todo), tienen que hacer labor de márketing ellas mismas para llegar a un mínimo de ventas si desean que la editorial la tome "en serio" y le ofrezca otro tipo de exposición al público. Es verdad que si una editorial decide publicarte, corre con todos los riesgos y se expone a que salga mal, es algo que no afecta al bolsillo de la persona autora, pero también, como ya dije, tiene sus desventajas, como no tener el control real de ventas y obtener tan sólo un 5%-10% de la obra. Por eso para mí, ninguna es mejor o peor. Siempre hay que estudiar las opciones y elegir la que compensa más en cada momento de la vida. Entiéndase con esto que, en cualquier momento, puedes cambiar tu opinión.


Dejemos de denostar la autopublicación de una vez por todas. No tiene ningún sentido hacerlo sólo porque has topado con alguna obra que no está a la altura de tus expectativas. Seguro que más de una lectura publicada por editorial tampoco te ha encajado y no haces campaña negativa sobre ello, simplemente pasas al siguiente que te llame la atención. Las obras autopublicadas siguen esperando la oportunidad de ser leídas y disfrutadas por ti, con la misma ilusión de la persona autora.


Cuando alguien realiza una encuesta como la que he nombrado, lo único que veo es que esa persona tiene un problema con pagar por los productos que consume. Si es así, ya no es un tema de dónde se publica ni con quién, sino de propia avaricia. Pensar que por no llevar un sello editorial la obra debería ser gratuita, puesto que no quieres correr riesgos es una cuestión completamente distinta, que comentaremos en otra entrada.


La lucha por romper prejuicios continúa. Lee literatura autopublicada.

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