top of page
  • Foto del escritorGabriel A. Rancel

Autoras en la sombra

Ayer, en Gijón, estuve en la Semana Negra junto con mi editora. Nos habíamos propuesto ir a saludar a algunas amistades que estaban en las carpas de libros y de paso conocer a nuevos autores y nuevas autoras que, como yo, se están abriendo paso en este maravilloso mundo literario.

Si alguien ha estado allí sabrá la enorme afluencia de gente que hay y lo complicado que se vuelve el caminar por los distintos puestos, como ocurre en toda concentración de mucha gente. Además, estos días parece que Gijón se ha apuntado a la ola de calor y el sol nos grita sin cesar que usemos crema protectora.

Pasamos por distintos puestos para llegar a la zona de carpas literarias. Un mundo de libros se abría paso ante nosotros. Mi editora me señaló una de ellas y me comentó que era de fantasía y ciencia ficción, así que nos dirigimos hacia el lugar para echar un vistazo. No tenía nada especial en cuanto a decoración, una chica en una silla a un lado, un dependiente moviéndose por detrás de la mesa de libros expuestos y algunos carteles con las novedades. Nosotros nos detuvimos para leer los distintos títulos. Reconozco que no conocía ninguno y por eso le presté mucha más atención.

El dependiente se acercó para preguntarnos qué temática nos gustaba y nos recomendó un libro, sólo uno de todos los que tenía en la mesa. El hombre comenzó a vendernos la idea de lo bueno que era, como buen comercial. Por su insistencia en ese y por lo que nos contaba, parecía que él era el autor. Es más, en ningún momento nos hizo pensar lo contrario. "Si lo compráis, os lo llevareis firmado." "Si os interesa, os haré precio", "si queréis, os cuento de qué va", etc. También hizo una comparación bastante soberbia que me hizo soltar el libro, dejándolo en su sitio de inmediato, ya que no creo que la mejor manera de vender una historia sea equiparándolo a la altura de un exitazo internacional. Entiendo que sea la manera más rápida de situar al potencial lector en la temática de ese libro en concreto, pero flaco favor le hace a su autor/a si, al final, las expectativas del comprador terminan por no cumplirse (que ojalá sí).

La cuestión no es esa. Lo que importa en este mensaje es que en ningún momento nos desveló la identidad de quién había creado la historia y el nombre de la portada figuraba con iniciales. No había forma de saber a quién dirigirnos para preguntarle acerca de la trama, cuando ni siquiera el vendedor lo aclaraba. En ese momento, la joven que estaba en el puesto se levantó de su silla para explicarnos de qué iba el libro. Nos hizo un resumen del inicio, abrió el tomo, nos mostró los mapas y los escudos de las familias protagonistas. Mi editora y yo nos miramos y no tuvimos que abrir la boca para saber lo que pensábamos. Volvimos a mirar a la chica y la pregunta salió sola:

«¿Por qué no firmas con tu nombre?». «Porque soy discreta».

Los tres sabíamos que no se trataba de ser discreta o tímida. La joven se apresuró entonces a narrarnos lo que le había ocurrido la tarde anterior, cuando una mujer interesada en su saga había despreciado el libro cuando la chica se había ofrecido a firmarlo si lo compraba. Miré al hombre del puesto y luego a la chica. Es una pena que, para las pocas autoras de fantasía que hay, las que están no dejen claro quiénes son, como si debieran esconderse, eso opino y se lo hice saber a la muchacha.

«Mi editor me recomendó que firmara de este modo para que se vendiera.» Señaló a su lado, al hombre que se había dirigido a nosotros en un principio.

Entiendo que todo artista desea que su obra guste, que se hable de ella, que se venda, que se haga famosa, que llegue lejos, que dé para comer y mil cosas más que ofrecen reconocimiento. Lo entiendo. Nos pasa a todas las personas, incluso a las más humildes. Comprendo que hay que vender, hay que promocionar, hay que recuperar inversiones y demás. Pero no a costa de esconder a las autoras. Por ahí no paso y creo que nadie debería permitirlo. Más tarde, recordamos con detalle la escena que la joven nos había contado:

«Ayer, una señora estaba interesada en comprar el libro y en cuanto supo que yo era la autora, lo tiró sobre la mesa y dijo yo no leo libros de mujeres».

«Con más razón para publicar con tu nombre» —dijimos mi editora y yo a coro.

La fantasía, así como cualquier otra categoría literaria, no pertenece sólo a los hombres. Si esa persona, o cualquier otra, no quiere leer literatura hecha por mujeres, ella se lo pierde. Hay miles de mundos increíbles y maravillosos que han sido creados por personas brillantes a lo largo de la Historia, ni hombres ni mujeres, sino personas. El género no da la calidad.

«No deberías esconderte. Es importante acabar con estas injusticias.» —intentamos comentarle a la escritora.

A partir de ese momento, la muchacha dejó de prestarnos atención. Evitó nuestra mirada y se puso a hacer otras cosas y a hablar con otros clientes. No sabemos si se sintió molesta por nuestra franqueza, o si no le interesaba para nada lo que le estábamos diciendo. Puede que fuesen las dos cosas. Lo que sí sé, es que lo apropiado en ese momento era hacer lo que hicimos: irnos.

Pero no estoy aquí hablándote de esto por cómo acabó nuestro encuentro. Probablemente esta escritora estaba cansada de trabajar tantos días allí promocionando su obra, oyendo todo tipo de comentarios y preguntas, y parecía que no tenía ni idea de lo que intentábamos transmitirle. No he escrito esto para dejarla en evidencia, ni mucho menos. Lo escribo y lo muestro porque deseo dejar clara mi indignación ante este tipo de mentalidad cuadriculada que todavía nos rodea.

¿Hasta cuándo va a durar la estupidez sexista? Por desgracia, no es la primera escritora que conocemos que se esconde tras un seudónimo o unas iniciales para pasar inadvertida. Sin ir más lejos, estamos rodeados de artistas femeninas que no ven su propio valor, ya sea porque apenas tienen modelos que les demuestren todo lo que pueden alcanzar, se han encargado de convencerlas de que no valen para el arte, o porque no tienen un entorno seguro que les haga sentirse tan válidas como en realidad son.

La verdad es que no estoy en la misma condición que esa joven pero creo que, de haber estado en su lugar cuando aquella señora le dijo que no leía literatura hecha por mujeres, habría pensado "pues tú te lo pierdes" y habría seguido firmando con mi nombre. Alguien con un pensamiento así no parece haber leído mucho en su vida, ni creo que comprendiera lo importante que es el apoyo hacia las artistas en estos tiempos que corren.

Estoy deseando que llegue ese día en el que el mérito se reconozca por el trabajo y el esfuerzo, y no por la identidad de género. Me da mucha lástima que la gente se pierda historias fantásticas sólo por los prejuicios que tiene sobre la persona que las escribe o las crea. Estoy seguro de que esta chica que conocimos ha escrito un libro prometedor, pero el hecho de que se haya "ocultado" para poder venderlo, me deja preocupado por el futuro tan incierto para la magia de la palabra escrita. ¿Vamos a seguir siendo cómplices de este tipo de situaciones?

Mil gracias por estar aquí un día más.

63 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

La autopublicación debe ser nombrada

He visto una encuesta que preguntaba ¿Por qué no escogerías un libro autopublicado? Ya de por sí, la pregunta muestra qué pretensión tiene la persona al realizarla y queda en evidencia el prejuicio qu

Acerca del DRM

Como escritor, muchas veces me he planteado la situación de encontrar (ya sea buscando o por casualidad) uno de mis libros por la red y descubrir que está pirateado. Estoy seguro de que me enfadar

Mis tres grandes errores al escribir

Hoy os traigo un tema sobre el que llevo semanas pensando y me parecía interesante compartir. He leído muchos blogs de escritoras y escritores que hablan de los errores que han cometido al escribir su

bottom of page