Cómo matar a un personaje y no morir en el intento
- Gabriel A. Rancel
- 26 jun 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 1 jun

Es una pregunta que me hago a menudo. Quienes habéis leído alguno de mis relatos estaréis de acuerdo en odiarme en memoria de vuestro personaje favorito. En mi defensa, sólo puedo admitir que no me resulta sencillo matar personajes a los que quiero mucho, sobre todo, cuando funcionan bien. En la mayoría de casos me siento fatal, pero comprendo que lo hago por una buena razón: un argumento coherente.
¿Cómo decidir quién vive y quién muere?
Por norma general, lo pide la propia narración. Aunque en ocasiones lo decido yo para darle mayor importancia a una escena o crear en quien lee una emoción concreta. Hay personajes que llegan a las historias sabiendo que tienen una fecha de caducidad. Con ellos soy especialmente meticuloso. Necesito que se comporten de una manera determinada y que les pasen situaciones concretas para crear en ellos una narración que no vaticine de ninguna manera su final, de forma que sea inesperado, pero totalmente necesario. No. No soy como George Martin, nunca mato a diestro y siniestro sin tener en cuenta a quién me llevo por delante.
La decisión, como ya dije al principio, es difícil de tomar, aunque sólo con quienes llegaron para quedarse y la trama me pide a gritos que les mate. Si son personajes que no fueron planeados con el fin de morir, me crea dudas. ¿Y si sobrevive? ¿Y si su muerte sólo es una ilusión? ¿Y si...? Nada, la trama lo pide. Y es una sentencia tajante.
¿Crear personajes con fecha de muerte?
Con fecha de muerte, que no muerte anunciada. Hay tramas sencillas que te piden que haya una persona muerta para arrancar, como ocurre a menudo en las novelas policíacas. En otras es necesario que sea asesinada una persona cercana al protagonista para que haya un clic en su manera de actuar hasta ese momento.
Para mí, las muertes más difíciles son las que ocurren para dejar paso a otros personajes, para que maduren, para que desarrollen todo su potencial... porque eso significa que esa persona debe morir. ¿Y quién soy yo para tomar una decisión como esa, aunque sea en la ficción? Pensarás que no tiene importancia, que sólo son construcciones de palabras que no tienen vida, pero a mí me crean auténticos dilemas morales.
¿Cómo se escogen personajes para quitarles la vida?
Cuando pienso en una historia y realizo el esquema de la trama debo pensar de forma cuidadosa el número de personajes que van a aparecer, cuáles son sus necesidades vitales, quiénes van a ser personajes principales y por qué razón, quiénes sus personas de apego, sus enemistades, etc. Si te interesa este proceso, pronto haré otra entrada hablando de ello. Una vez escogida la cantidad y quiénes protagonizarán la historia, es cuando configuro el resto. Nadie debe sobrar y nadie debe faltar. Es un proceso largo, pero necesario.
Los personajes con fecha de muerte aparecerán de una manera u otra, dependiendo del tipo de historia que vaya a narrar y, sobre todo, las emociones que quiera transmitir. Si es una novela hay más probabilidades de jugar con quienes leen, pero en un relato corto es mucho más apurado. En ambos casos, sólo hago uso de personajes así cuando son relevantes para la trama. No se trata de matar a tu vecino de la primera forma que se te ocurra. Tu deber es planificar su muerte de una manera merecida. Y con merecida no me refiero a que es un idiota y por ello hay que cargárselo, sino que se merece una muerte digna, dentro de su potencial y acorde con su carácter. Recordemos la muerte del padrino de Harry Potter, Sirius Black, como esa muerte tonta, injusta y deprimente (tanto desde un punto literario como cinematográfico), para un hombre con sus habilidades. Una de las muertes más incoherentes de la serie. Entendí el motivo de Joanne Rowling, pero no comparto la manera.
Alguna vez me arrepiento de matar a un personaje.
Sin embargo, recalco que es necesario y, por lo tanto, el arrepentimiento cede ante la alegría de haber conseguido mi propósito, que siempre es hacer la mejor historia posible. A partir de ahí, intento no darle más vueltas porque sé que entonces me podría la duda.
¿Hay muertes que impactan a quienes escriben?
Por supuesto. En mi caso, existen dos muertes muy duras en la primera parte de Trÿa, la leyenda del dios Zanaán, con las que todavía siento el luto. Fue una decisión difícil. Por supuesto. Sara y yo sabíamos que el muchacho era un personaje muy importante para muchas personas lectoras, que le apreciaban como si fuese alguien cercano, pero había que hacerlo. Era su redención y teníamos claro que nos odiarían por ello. Y la segunda muerte nos dolió porque, a medida que reescribíamos algunos capítulos, comprendimos que la única forma de que otros personajes pudieran avanzar era quitándole del medio. Una triste realidad. Visto desde el presente, fue la mejor decisión.
No hay que temer tomar decisiones radicales con los personajes (o incluso con la trama). Lo que hay que temer es el no quedarte a gusto con el resultado de tu historia. Debes ser plenamente feliz. Ése es el mejor truco que puedo ofrecerte y la garantía de saber que lo has hecho bien.
Mil gracias por acompañarme una vez más en este momento literario.
«Sira Ïn ya no es un lugar seguro. Al otro lado de la Corona de los Vientos, Nara debe ocultar su identidad, expuesta a los peligros de Trÿa. Mientras lucha por convertirse en la guerrera que su pueblo necesita, Tyrhon Zäeh planea frenar su viaje, destrozar a sus compañeros y evitar que descubra lo mucho que se esconde tras la leyenda del poderoso dios Zanaán.»
Después de una primera tirada a nivel local, Trÿa, la leyenda del dios Zanaán, fue publicada para el gran público, llegando a convertirse en una de las cuatro obras finalistas a "Mejor Novela Autopublicada" en los Premios Avenida del año 2019.
Has ofrecido más información que otros blogs literarios que sigo. Me ha gustado tu punto de vista y esperaré impaciente para leer tu proceso de creación de personajes. [ ⭐️⭐️⭐️⭐️_ ]